"Si sabía esto, ni loco apoyaba su contratación. El otro día hizo una práctica de fútbol de 35 minutos. Pero no 35 y 35, ¡35 en total! ¿Cómo puede ser? Arrancó a las tres y media de la tarde y a las cuatro y media ya estaban todos en el vestuario. Nunca vi algo así".
Que el Coco Basile venía siendo criticado, no es novedad. Desde aquel amago de renuncia que quedó en la nada después de la intervención de dirigentes, amigos, hijo y hasta el Espíritu Santo, los dirigentes entendieron que la elección había sido equivocada. Que no tenía la espalda tan ancha como creían ni estaba tan curtido como para sobreponerse a los temporales. O en todo caso, ya estaba muy grande. El dirigente que habla al comienzo de esta nota, es cierto, fue un partícipe secundario del ciclo de gloria 05/06. No estaba tan metido y desconocía los métodos de Basile. Y si bien tenía referencias, se encandiló con los cinco títulos y la imagen de una despedida con honores.
Hoy, aunque la matemática se niegue a decirlo y nadie conoce el futuro, Basile está perdiendo una de las grandes ilusiones que tenía cuando volvió: jugar la Copa Libertadores para ganar uno de esos títulos prestigiosos que le faltan a su carrera. A nueve puntos (como mínimo) del repechaje y a diez de la punta con 18 en juego, Boca está prácticamente fuera de todo en la fecha 13 (lejos de los principios macristas de dar batalla hasta el final) y no ganará un solo título en el año por primera vez desde el 2002, con el agravante de saber que encima no participará, en el 2010, del torneo que más le interesa.
Para un grupo de dirigentes, el que define, el principal responsable es Basile. Algunos olvidan el lastre de Ischia, sus magros 22 puntos en el Clausura y los papelones de la CD en el insólito doble despido del Pelado. Los cañones, en cambio, apuntan al Coco por "decisiones erradas" en el rubro contrataciones y decisiones no tomadas con algunos jugadores "que están en bajo nivel". Le cuestionan haber forzado la renovación de Ibarra, la elección de Rosada por sobre otras opciones mejor consideradas (Jesús Méndez) y haber pifiado en las características de los jugadores para cubrir ciertas funciones. Ejemplos: Insúa no es volante de ida y vuelta por izquierda ni Medel por derecha.
Tampoco están conformes con que el Pato siga atajando, consideran tardía la salida de Cáceres y temen que se esté desaprovechando "el mejor plantel de la Argentina". Porque los dirigentes, más allá de los cuestionamientos, coinciden en el discurso de que "nadie tiene más que Boca". ¿Y entonces, cuál es el problema? "Que no sabe sacarle el jugo al grupo. Hay jugadores que están para dar el salto y él no aprovecha esos momentos (Pratto, Colazo, Chávez al principio). Lo peor es que en la anterior etapa, estaba justificado en que había un equipo de memoria que ganaba todo, pero ahora...", reflexiona uno de sus mayores críticos.
Por eso, de hecho, y sobre todo si no se clasifica para la Copa, Boca no usará los cuatro cupos que tiene a fin de año. "Coco está al límite. Habrá que ver si acepta condiciones o pega un portazo", avisan desde su entorno. ¿Qué condiciones? "No traeremos arquero, ni un 8 ni un 5. Atrás del Pato están García y Ayala, si él no los quiere usar... Y en el medio, cuando llegó ya le compramos lo que pedía", aclaran en el club, tratando de despegarse. La realidad, sin embargo, indica que habiendo un manager, también es suya la responsabilidad en la elección de los refuerzos, no sólo del Coco. En ese sentido, la función de Bianchi sigue sin ser clara en límites y alcances, y con ninguno de los dos técnicos con los que trabajó hasta ahora logró la comunión que pretenden los dirigentes.
Sí es posible, en cambio, que traigan un 2 si se va Cáceres y también un punta. "Para que después no tenga excusas", insisten. Y chicanean: "Si no sale campeón, será porque le fallaron las cábalas, je".
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